Como algunos sabréis, mis novelas están ambientadas en la piratería moderna. Un barco de guerra privado, puesto en manos de un joven capitán de la marina mercante, se dedica a proteger los petroleros de una gran naviera tanto en aguas de Somalia como de Nigeria.
En los libros podéis ver, con todo lujo de detalles, cómo se desarrolla una acción anti piratería desde un barco de guerra. Eso no solo incluye los rescates y tiroteos que estamos acostumbrados a ver en Hollywood, sino una infinidad de complejas técnicas y procedimientos que suponen una excelsa preparación. La inteligencia es un factor fundamental, como refleja El Albatros y los piratas de Galguduud. Al igual que lo es, en sentido negativo, su falta, como ocurre en El corsario del oro negro.
Pero hoy quiero presentaros la piratería desde otro prisma. Hace unas semanas tuve la oportunidad de dar una conferencia a los alumnos de Náutica de la Universidad de Cádiz, los futuros marinos mercantes. Quise contarles algo que les fuese a ser útil, así que decidí hablarles de cómo enfrentarse a un ataque pirata. Y quise hacerlo de forma interactiva; intentando que los alumnos colaborasen mediante un caso práctico.
La situación
Imaginaros, por un momento, que estáis navegando por unas aguas plagadas de pequeñas embarcaciones. Es una zona de pesca y hay muchos contactos pequeños, moviéndose con rumbos erráticos sin seguir las líneas de tráfico habituales. Pero están cerca de por dónde vais a pasar.
De repente, algo despierta vuestro instinto. Entre todos esos contactos, uno, empieza a llamaros la atención. No parece seguir el miso patrón que los demás, no parece estar pescando y, finalmente, pone un rumbo que le hará estar junto a vosotros en unos minutos.
¿Qué hacéis?
Las respuestas de los alumnos fueron variadas y muy buenas. Las medidas a tomar deberían de ser las siguientes:
1. Maniobrar. Esto es fundamental. Los barcos mercantes, por su naturaleza, están acostumbrados a navegar desde el punto A al punto B por la vía más corta, ahorrando combustible y tiempo para ser más eficientes y económicos. Pero en una situación como esta, una pequeña caída puede resolver rápidamente la primera y más importante duda: ¿viene a por mí o no?
Tras hacer una pequeña caída de rumbo se pueden dar dos situaciones.
a) Que el contacto mantenga su rumbo y velocidad y, por tanto, ya no pase cerca de nosotros. Ya no nos tenemos que preocupar.
b) Que el contacto varíe su rumbo y velocidad para seguir acercándose a nosotros. En ese caso, por lo general: blanco y en botella. Preparémonos para llevar a cabo el resto de medidas.
2. Personal. Minimizar el movimiento y asegurarse de que toda la dotación está lista para acudir a un lugar seguro. Quizás aún no haga falta movilizarlos, pero es bueno que estén sobre aviso.
3. Comunicar. Este lo vamos a repetir bastante. Hay que tomar las primeras medidas. Si estamos navegando por una zona conflictiva, ya deberíamos de estar en contacto con algún tipo de centro de seguridad marítima. Vamos a ir informándoles de lo que vemos y asegurándonos que conocen nuestra posición.
4. Hacer ver nuestra reacción. Esta puede ser fundamental y no nos cuesta nada. Los militares lo llamamos «disuasión», un término que se hizo famoso en la Guerra Fría. ¿Por qué? Porque estadounidenses y soviéticos tenían tanto armamento nuclear que disuadían al otro de empezar un conflicto que ninguno podía ganar.
¿Cómo trasladamos esto a un barco? Haciendo ver a los piratas que sabemos que vienen y nos estamos preparando. Si tenemos un equipo de seguridad a bordo es tan fácil como que muestren sus armas. Los piratas no son los Navy SEALs. No son una fuerza de asalto expertamente adiestrada. Y tampoco son terroristas dispuestos a morir por una causa religiosa o moral. La piratería es un negocio. Si les hacemos ver que no les va a ser rentable, buscarán otro objetivo.
Otros métodos pueden incluir hacer sonar la sirena (o ponerla en automático, como si estuviéramos en niebla), activar las mangueras de agua dispuestas para repeler un ataque o, incluso, llamar a los piratas por radio o por megafonía, haciéndoles saber que conocemos su presencia y nos vamos a defender.
5. AIS. El Automatic Identification System es un sistema que los barcos a partir de cierto tonelaje (todos los mercantes entran de sobra) están obligados a llevar y otros muchos, por su utilidad, emplean. Consiste en que el propio barco emite una señal con sus datos (nombre, posición, rumbo y velocidad, destino, etc.) que puede ser recibida en otros barcos o estaciones en tierra.
Muchas navieras, con buen criterio, ordenan a sus barcos apagar el AIS en ciertas zonas (Somalia y Nigeria, por ejemplo) para evitar que los piratas lo utilicen para localizar sus barcos. Es un sistema completamente abierto y, al igual que hay páginas que nos dan toda la información pertinente a los vuelos comerciales, hay webs que nos dicen todo lo que queramos saber de los barcos que transmiten en AIS.
Esto está muy bien, pero debemos recordar el objetivo que perseguimos al apagar el AIS: que los piratas no nos encuentren. Si los piratas ya nos han encontrado, no tiene ningún sentido continuar con el AIS apagado y, mucho menos, teniendo en cuenta que es un método que los centros de seguridad marítima y los barcos de guerra que estén en la zona pueden usar para encontrarnos. Es más, podemos cambiar el texto en el apartado «destino» para incluir algo así como «pirate attack». Puede que un barco cercano lo vea y haga llegar la información a las personas adecuadas.
6. Cierra. Igual que en casa cerramos la puerta para que no se nos cuelen a robar, cierra el barco. Principalmente todo lo que tenga acceso desde el exterior, pero si puedes cerrar puertas interiores también, mejor. Cada segundo que ganemos, cada instante que tengamos antes de que los piratas se hagan con el control del barco, puede ser fundamental. Puede permitirnos llegar a un refugio o a una fuerza amiga realizar un rescate.
Debido al tamaño de los barcos modernos, esto puede ser casi imposible de realizar en el momento, por lo que habrá que plantearse, cuando se vaya a navegar por aguas peligrosas, llevar casi todo el barco cerrado para solo tener que preocuparnos de unos pocos accesos cuando llegue el momento.
La aproximación
¿Qué hacemos si, a pesar de todos nuestros esfuerzos (o precisamente porque no hemos podido hacer lo que hemos tratado arriba) nos encontramos con una embarcación pirata a unas pocas yardas de nuestro costado?
1. Comunicar. Otra vez. Y no será la última. Si ya avisamos por internet o satélite, ahora toca usar la radio. A veces la descartamos porque las radios marítimas suelen tener un alcance limitado, no mucho mayor que el horizonte visual. Pero eso no quiere decir que no valgan. Alguien en ese alcance puede recibir la llamada y retransmitirla para que la escuche otro barco que está aun más lejos y así sucesivamente. Os aseguro que los barcos de guerra han recibido avisos por radio de incidentes ocurridos a más de doscientas millas de su posición.
2. Asegurar la recepción del aviso. Dicho aquí y ahora, puede parecer una obviedad, pero debemos asegurarnos de que nuestros avisos llegan a su destino. De nada vale ponerle un mensaje al centro de coordinación y seguridad marítima si no les llega o no lo leen. Vamos a comprobar que lo han recibido y que están haciendo algo al respecto.
3. Pequeñas caídas. Antes hablamos de una caída franca de rumbo para comprobar si el contacto, efectivamente, se nos acercaba. Ahora no debemos de perder el tiempo con caídas. Hay que poner máxima velocidad y alejarnos de la embarcación pirata. Pero la estela que genera un monstruo de 60.000 toneladas puede ser un muro para una pequeña embarcación. Creedme, lo sé. He sido jefe del trozo de visita y registro de mi barco dos años y acercarte a un trasto de ese tamaño en una lancha de siete metros no es ninguna tontería. Pues si, haciendo pequeñas caídas, conseguimos que esa estela sea aun más confusa, estaremos dificultando todavía más la aproximación de los piratas. Y, obviamente, dificultaremos que se peguen a nuestro costado para embarcar.
4. Personal. Ahora ya sí. Todo el mundo a un lugar seguro. Si tenemos suerte, contaremos con una ciudadela, un compartimento especialmente preparado para aguantar dentro: resistente a los disparos, imposible de acceder, avituallado con agua y comida, con comunicaciones con el exterior, etc. Si no, deberemos haber pensado de antemano en el lugar más recóndito y de difícil acceso del barco. Todo lo que retrasemos el momento en el que los piratas se hagan con la tripulación del barco es tiempo que estamos dando para que tenga lugar una operación de rescate sin la enorme dificultad añadida de que haya rehenes.
El abordaje
¿Y si, a pesar de todo, los piratas llegan al barco?
1. Para máquinas. Ya están a bordo. Ya no hay nada de lo que huir. Para máquinas y, si puedes, haz lo que esté en tu mano para evitar que los piratas las vuelvan a arrancar. Rómpelas, inutilízalas o lo que se te ocurra. Cuando se hagan con el control del barco lo primero que van a hacer es dirigirse a un lugar seguro para ellos. Si lo puedes evitar o retrasar estarás facilitando la labor de una posible fuerza de rescate.
2. Personal a un lugar seguro. Si se había quedado alguien para tomar las últimas acciones, es hora de que se metan en la ciudadela también. Hay que tener en cuenta una cosa muy importante: la ciudadela solo funciona si todos —absolutamente todos—los miembros de la tripulación están dentro. Si no, los piratas simplemente amenazarán con matar a aquellos que han capturado fuera, obligando a los que están dentro a entregarse.
3. Comunicar. Otra vez. Con la naviera, con las fuerzas de seguridad de la zona, con quién sea. Por supuesto, si tenemos comunicaciones en la ciudadela, hacer uso de ellas. Podemos aportar información esencial para permitir un rescate.
El apresamiento
Vamos de mal en peor. Pongámonos ahora en el supuesto de que los piratas ya se han hecho con el control del barco. Si hemos hecho todo lo anterior, es altamente improbable pero puede, por una razón o por otra, que no hallamos podido. ¿Qué hacemos?
1. Movernos poco. Mantener la calma. Volvemos a lo mismo. Los piratas no son los Navy SEALs o, barriendo para casa, la Fuerza de Guerra Naval Especial. Son, por lo general, unos pobres muertos de hambre abrazados a un AK-47. Van a estar, al menos, tan nerviosos como nosotros. Y, muy posiblemente, bajo la influencia de Dios sabe qué drogas. Movámonos despacio y mantengamos las manos a la vista. No les demos motivos para sobresaltarse.
2. Acatar sus instrucciones. No ofrecer resistencia. Si tienen el control del barco (y de nosotros), ya pasó el momento de intentar ponérselo difícil. Nada de hacerse el héroe. El cementerio está lleno de héroes frustrados.
Hay una razón por la que el capitán Phillips se hizo tan famoso. Porque, haciendo lo que hizo, es un milagro que esté vivo. Lo normal hubiese sido que perdiera la vida. Y su tripulación con él.
3. Grabar. Es decir, dejar grabando todos los equipos de a bordo que graben datos, imágenes o lo que sea. Y, si tenemos algo que transmita en vivo al exterior, mejor que mejor. Puede ser información vital para un posible rescate. Pero aunque solo sea para utilizarlo a posteriori, cualquier grabación puede ser muy útil.
4. No hacer fotos. No confundamos el punto anterior. Que a nadie se le ocurra sacar el móvil para tener un recuerdo… Por dos razones. La primera: no les va a hacer gracia, evidentemente. Y la segunda: ¿sabéis qué puede parecer cuando sacáis un objeto negro del bolsillo y apuntáis con él a alguien? Pues eso. No les sobresaltéis.
La espera
Ahora vamos a ver unas breves recomendaciones para resistir un secuestro:
1. Ser positivos. Es fácil decirlo desde aquí pero nuestra salud mental será clave y es importante mantener una actitud positiva. Nos van a rescatar. Nos van a sacar de allí vivitos y coleando.
2. Mantenernos mentalmente activos. Por lo general, no tendremos oportunidad de estar físicamente activos así que es importante mantener nuestras mentes activas, para intentar que no se nos pase el tiempo muy despacio. ¡Pero sin caer en pensamientos negativos! Acúerdate del punto anterior.
3. Ser conscientes del tiempo. Es posible que estemos recluidos en un sitio en el que no podamos ver si es de día o de noche. Está demostrado que perder la conciencia del tiempo es uno de los mayores traumas psicológicos que podemos sufrir. Hay que intentar, en la medida de lo posible, saber en qué día (o qué noche) vivimos.
La caballería
Por último, vamos a ver qué hacer en el supuesto de que vengan a rescatarnos.
1. No hacer fotos. Por las mismas razones que con los piratas pero también por otra. Los militares somos muy cuidadosos con la información (seguro que habéis oído que la información es poder) y, si se da una operación de rescate de rehenes, una de las más complejas a las que nos podemos enfrentar, la información que se revele sobre ella será estudiada cuidadosamente antes.
2. Identificarse. Estos sí que son los Navy SEALs o nuestros FGNE. Pero van a una situación extremadamente tensa y peligrosa. Si tienes algo (una chaqueta, abrigo, camiseta, lo que sea) que te identifique como miembro de la tripulación, póntelo. Si es fluorescente, mejor. Que se te vea bien. Evidentemente, levanta las manos y/o échate al suelo en cuanto los veas. Que a nadie se le ocurra salir corriendo a darles un abrazo. Que son los mejores del mundo, pero son humanos. Vamos a ponérselo fácil. Y, cuando te pregunten, estáte listo para identificarte. Lo que el cuerpo nos pediría a todos es gritar como locos, pero vamos a intentar facilitarles el trabajo.
3. Cooperar. Ni que decir tiene. Una vez más, intentemos recuperar la calma y darles toda la información de la que disponemos de forma breve y concisa. Cuántos somos, si estamos todos aquí o no, cuántos piratas hay, si hay alguno herido, etc.
Y hasta aquí nuestra pequeña guía de qué hacer en caso de ataque pirata. Por supuesto, yo no me he inventado nada de esto. Está todo recogido en el Global Counter Piracy Guidance for Companies, Masters and Seafarers, en el que también puedes encontrar instrucciones sobre como planear el paso por aguas peligrosas y cómo preparar el barco, teléfonos y puntos de contacto y un largo etcétera. Una publicación que todos los barcos deberían llevar a bordo.
Las vías de comunicación marítimas son fundamentales para sostener las sociedades modernas. Por eso pronto hablaré de qué hace la Armada para luchar contra la piratería y de un tiroteo de operadores especiales españoles con piratas para salvar a una inocente de sus garras. Si no quieres perdértelas, pincha aquí.
¡Un saludo, dotación!
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Buenos días Federico, soy Javier Mollá. No sé si me recordarás ya que hemos coincidido muy poco y todavía en la ENM.
¡Me apunto a tu blog!
Me dedico a seguridad internacional, incluida la seguridad marítima.
Me ha gustado mucho como lo explicas y lo ameno que lo haces. Te seguiré con mucho interés.
un abrazo y, como siempre, a tus órdenes. JM